Aunque el objetivo de estas indicaciones es reducir y eliminar el poder del narcotráfico, hay voces que dicen que no sería necesariamente así. La politóloga uruguaya Rosario Queirolo hace algunas aclaraciones bastante fundadas en el caso Uruguayo. Primero, que no existe relación entre hechos delictuales y el consumo de marihuana. Es decir que quienes consumen marihuana o están bajo sus efectos, usualmente no delinquen a menos que mezclen otras cosas. Tampoco se puede atribuir delitos por abstinencia de consumidores a su dosis, como sí ocurre con otras drogas.
Lo que sí es cierto es que una vez legalizada la marihuana los usuarios cortan contacto con personas relacionadas con ambientes de ilegalidad y criminalidad, reduciendo la entrada a este. No por eso el mundo narco dejó de tener poder, pero sí tuvo que entrar en otros negocios.
Otro aspecto que la politóloga invita a reflexionar sobre las clases sociales donde el asunto de la legalización de la marihuana es un tema. Resulta que es un tema más relacionado con las clases medias altas que con las clases populares. Estas últimas tienen mucho más consumo y problemas con otras drogas, como la pasta base, que tiene efectos mucho más violentos y una dependencia más angustiosa.
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