1. Riego excesivo o insuficiente: Uno de los errores más frecuentes en el cultivo de cannabis es el riego. Demasiada agua puede provocar la pudrición de las raíces, mientras que la falta de riego impide que la planta se desarrolle correctamente. Es importante que el sustrato esté ligeramente seco entre riegos, asegurando que las raíces reciban suficiente oxígeno.
Solución: Usa un medidor de humedad para verificar los niveles de agua en el sustrato. No riegues hasta que la capa superior del sustrato esté seca. Un riego profundo y espaciado es la clave.
2. Mala iluminación: Las plantas de cannabis necesitan luz de calidad para crecer y producir cogollos abundantes. Si las plantas no reciben suficiente luz, pueden volverse débiles, alargadas y con una producción reducida de flores.
Solución: Asegúrate de que las plantas reciban entre 18 y 24 horas de luz durante la fase vegetativa, y de 12 horas de luz y 12 horas de oscuridad durante la fase de floración. Utiliza luces de alta calidad y con el espectro adecuado para cada fase del cultivo. Las luces LED son una excelente opción por su eficiencia energética.
3. Sobre-fertilización: Muchos cultivadores cometen el error de agregar exceso de nutrientes a sus plantas, lo que puede quemar las raíces y causar toxicidad. Las plantas de cannabis son bastante sensibles a los fertilizantes, especialmente durante su fase de floración.
Solución: Usa fertilizantes balanceados y sigue las recomendaciones de la etiqueta para evitar la sobrefertilización. No fertilices en exceso, especialmente si el sustrato ya contiene nutrientes. Las fertilizaciones orgánicas también pueden ser una opción más suave para tus plantas.
4. Elección incorrecta del sustrato: Un sustrato inapropiado puede afectar la absorción de nutrientes y dificultar el crecimiento de las raíces. El cannabis necesita un sustrato bien aireado que drene bien pero que también retenga suficiente agua para las raíces.
Solución: Elige un sustrato con buen drenaje, como una mezcla de turba, perlita y vermiculita. Asegúrate de que el pH del sustrato sea adecuado (entre 6 y 7) para asegurar una correcta absorción de nutrientes.
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