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Los cultivadores de hoy son más impacientes. En parte se debe al mercado actual que ofrece tanta variedad que hace difícil no agarrarle el gusto a tanta oferta de semillas automáticas. Su velocidad y cuidados menores convierten a estas plantas en la opción preferida hoy en día. Y es que son muy convenientes. En tiempos donde trabajo, estudios y vida familiar lo copan todo, una planta que florece más rápido parece razonable. Por eso, si te pasaste del tiempo para cultivar tus semillas feminizadas, no te preocupes: con las automáticas ahora es cuando.
Pero ¿qué son las semillas automáticas?
Existe una variante silvestre llamada ruderalis. Esta se da en climas más fríos, donde el verano dura poco pero ofrece días más largos de mucha luz. Originaria del norte Kazajistán y sur de Siberia. Esta variante combinada con indica o sativa ha dado paso a lo que hoy conocemos como autoflorecientes o “automáticas”. Las semillas automáticas son aquellas que solo necesitan tiempo para florecer. A diferencia de las semillas convencionales o “fotoperiódicas”, que dependen de cambiantes itinerarios de exposición a la luz y otros cuidados. En pocas palabras, las automáticas son más sencillas de cuidar y más rápidas de florecer. Pero sobre todo, entregan tan buenos cogollos que las fotodependientes.
No dejes para mañana…
Normalmente los cultivadores esperan que las semillas fotoperiódicas florezcan en marzo o abril (abril, cogollos mil). Para ello necesitan empezar el proceso en septiembre u octubre. Se trata de un ciclo de alrededor de 6 a 7 meses. Entonces, ¿qué pasa si no pudiste, por la razón que sea, cultivar tus semillas? Pues pierdes tu momento y debes buscar una alternativa. Y esa alternativa son las autoflorecientes o automáticas. Esta es, definitivamente, una de sus mejores cualidades. Puedes ignorar las estaciones del año y simplemente cultivar cuando quieras, ya que solo dependen del tiempo y un itinerario de luz estable, sin cambios.
No importa la estación
Una de las maravillas que las automáticas ofrecen a los cultivadores es que no necesitan de una compleja demanda de luz. Puedes tenerlas durante todo el ciclo en un itinerario de 18 horas de luz y 6 horas de descanso. También puedes sacarle el máximo provecho y beneficiarte de un mejor rendimiento en un ciclo permanente de 24 horas de luz. Es decir, más calor es igual a una rápida floración, pero menor crecimiento. Todo ello se traduce en disponibilidad de cogollos más inmediatos, pero quizá menos cogollos. Para otros, además de caro, 24 horas de luz es contraproducente porque no respeta el natural descanso que necesita la planta. En cualquier caso se trata de una planta más simple. Y esto porque puedes empezar en cualquier mes del año. Con unos mínimos cuidados, verás resultados.
Novatos y avezados felices
Otros, preocupados también del gasto, prefieren un itinerario de 12 on y 12 off. En todos los casos se trata de una cepa que no implica mayor desgaste ni trabajo. Así las automáticas vienen a solucionar las expectativas de cultivadores principiantes y avezados también. Pero sobre todo de principiantes. Y es que cultivar semillas y esperar grandes frutos después no es fácil. Hay muchos factores que pueden estropear tu primera producción. Y lo bueno de una planta automática es que si algo no salió bien durante el ciclo, puedes empezar de nuevo tan pronto como 10 semanas. Si ya es tarde para una feminizada, con las automáticas ahora es cuando.
Más ventajas
Como ya hemos mencionado, la velocidad de floración es una ventaja de las automáticas. De semilla a cosecha les puede tomar alrededor de 10 semanas. Y aunque antes sus cogollos no eran tan abundantes, hoy gracias a modificaciones y cruzas rivaliza en todos los aspectos con una fotoperiódica. Por un lado, en el tiempo que una fotoperiódica te da 1 cosecha, con las automáticas puedes llegar hasta 3 cosechas. O sea, más por menos. Pero otra ventaja que pocos mencionan es su discreción. Al ser plantas más pequeñas y bajas es posible tenerlas en el balcón de un departamento. Además de todo lo antes mencionado, las automáticas tienen el poder de pasar más piola. Cómo no quererlas.
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