El olor del cannabis es uno de sus rasgos más reconocibles, tanto por cultivadores como por quienes no lo son. Esta fragancia, provocada por los terpenos, puede impregnar fácilmente espacios cerrados, ropa y muebles. Si bien en Chile el cultivo medicinal es posible bajo prescripción, la percepción social y legal aún obliga a muchos usuarios a mantener la discreción.
Por eso, si cultivas en departamento o en un entorno urbano, el olor puede transformarse en una preocupación real. Controlarlo no solo evita problemas con vecinos o visitas, sino que también asegura un proceso más tranquilo de principio a fin.
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