Uno de los argumentos de la comunidad pro legalización del cannabis es su uso terapéutico, que ya nadie niega, y que según Juan José Llopis, psiquiatra y coordinador de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) del Hospital General de la Consellería de Sanidad, de Castellón, “puede ayudar en problemas degenerativos, espásticos y musculares. Además de en cánceres y pacientes que reciben quimioterapia. La marihuana es también un buen analgésico contra el dolor, aunque ya hay medicamentos que contienen el principio activo predominante en esta planta, el tetrahidrocannabinol, THC”.
En el plano sexual, la mayoría de los expertos coinciden en que la marihuana incrementa las sensaciones, relaja y ayuda a desinhibirse, condiciones más que interesantes para irse a la cama cuando la última intención es conciliar el sueño. Como comentaba en un artículo de la revista Alternet Mitch Earlewine, profesor de psicología de la State University of New York, en Albany, “el CB1 es el receptor del cerebro que más acusa las consecuencias de fumar marihuana, y cuando este receptor se activa nos ponemos más predispuestos al sexo. Una de las misiones del CB1 es mejorar las sensaciones táctiles y la euforia en general”. Esta es la razón por la que muchos de los que han probado el cannabis con fines eróticos destaquen, sobre otros efectos, un incremento de la sensibilidad en todas las zonas del cuerpo.
De acuerdo con la revista Medical Daily, el cannabis “tiene un efecto calmante y relajante asociado a una reducción del nivel de ansiedad”. Según Francisca Molero, directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, del Instituto Iberoamericano de Sexología y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología, “la marihuana comparte con el alcohol el hecho de que, en pequeñas dosis, pueden ser desinhibidores. Es cierto que muchas mujeres te dicen que las veces que han desconectado y tenido mejores orgasmos han sido cuando llevaban un ‘puntillo’. A veces, la ansiedad anticipatoria que precede a una relación sexual puede arruinarla, porque disfrutar del sexo requiere de un cierto abandono, un dejarse llevar, que no siempre es posible. Pero hay que tener cuidado, porque abusar de estas sustancias puede hacer que el sexo normal, sin esas amplificadas sensaciones, pueda llegar a perecernos algo descafeinado, soso, sin interés ni calidad”.
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