No hay droga más erótica que el cannabis porque, aunque la cocaína es también muy utilizada con fines sexuales, la filosofía de ésta última entra más en el terreno del consumismo y la competitividad –durar más, tener más potencia–; mientras que la marihuana tiene la reputación de mejorar la calidad del sexo, no necesariamente de prolongarlo.

Esta planta mantiene una larga e histórica relación con la sexualidad. La medicina tradicional india cuenta con decenas de fórmulas con marihuana, que se recetaban como afrodisíacos y se decía que tenían la capacidad de aumentar el tiempo de erección, facilitar la desinhibición o amplificar las sensaciones y el deseo. En la Serbia del siglo XIX a las mujeres vírgenes se les daba una mezcla de grasa de cordero y cannabis –lo que se conocía como Nasha– en su noche de bodas para disminuir el dolor de su primera penetración. Otra receta que utilizaban las serbias era mezclar marihuana, clara de huevo, azafrán y azúcar para hacer Guc-kand, un tónico que incitaba a un estado de ánimo erótico y que también se le administraba a los jóvenes para aliviar el dolor de la circuncisión.

El cannabis se ha utilizado con fines sexuales en casi todo el mundo. Prostitutas, esposas y concubinas echaban mano de esta hierba cuando tenían que ‘trabajar’ o mantener relaciones con sus esposos. Aunque no siempre voluntariamente, era una forma de volverse más sexualmente predispuestas para satisfacer a los hombres o maridos.

En un momento en que el deseo parece un bien escaso, algunas personas recurren a esta ayuda extra para volver a sentir o experimentar lo que ya se ha esfumado con años de relación, estrés o problemas personales. Pero la marihuana tiene sus pros y sus contras, que hay que conocer y tener en cuenta.

Beneficios de esta planta

Uno de los argumentos de la comunidad pro legalización del cannabis es su uso terapéutico, que ya nadie niega, y que según Juan José Llopis, psiquiatra y coordinador de la Unidad de Conductas Adictivas (UCA) del Hospital General de la Consellería de Sanidad, de Castellón, “puede ayudar en problemas degenerativos, espásticos y musculares. Además de en cánceres y pacientes que reciben quimioterapia. La marihuana es también un buen analgésico contra el dolor, aunque ya hay medicamentos que contienen el principio activo predominante en esta planta, el tetrahidrocannabinol, THC”.

En el plano sexual, la mayoría de los expertos coinciden en que la marihuana incrementa las sensaciones, relaja y ayuda a desinhibirse, condiciones más que interesantes para irse a la cama cuando la última intención es conciliar el sueño. Como comentaba en un artículo de la revista Alternet Mitch Earlewine, profesor de psicología de la State University of New York, en Albany, “el CB1 es el receptor del cerebro que más acusa las consecuencias de fumar marihuana, y cuando este receptor se activa nos ponemos más predispuestos al sexo. Una de las misiones del CB1 es mejorar las sensaciones táctiles y la euforia en general”. Esta es la razón por la que muchos de los que han probado el cannabis con fines eróticos destaquen, sobre otros efectos, un incremento de la sensibilidad en todas las zonas del cuerpo.

De acuerdo con la revista Medical Daily, el cannabis “tiene un efecto calmante y relajante asociado a una reducción del nivel de ansiedad”. Según Francisca Molero, directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona, del Instituto Iberoamericano de Sexología y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología, “la marihuana comparte con el alcohol el hecho de que, en pequeñas dosis, pueden ser desinhibidores. Es cierto que muchas mujeres te dicen que las veces que han desconectado y tenido mejores orgasmos han sido cuando llevaban un ‘puntillo’. A veces, la ansiedad anticipatoria que precede a una relación sexual puede arruinarla, porque disfrutar del sexo requiere de un cierto abandono, un dejarse llevar, que no siempre es posible. Pero hay que tener cuidado, porque abusar de estas sustancias puede hacer que el sexo normal, sin esas amplificadas sensaciones, pueda llegar a perecernos algo descafeinado, soso, sin interés ni calidad”.

Algunos consumidores habituales de cannabis señalan, como otra de sus virtudes, la mayor comunicación que se establece con la pareja. Una sincronía no verbal que hace que la relación tenga mayor intensidad. Pero no todos están de acuerdo en este punto, ya que los efectos de la marihuana varían, incluso en asiduos a su uso, dependiendo del día, dosis, tipo de planta o disposición anímica del individuo. “Se podría decir”, cuenta Molero, “que cuando dos personas consumen cada uno va por su lado. Puede que algunas veces coincidan y se produzca ese acercamiento; pero también puede que ocurra lo contrario, incluso que las intenciones eróticas del primer momento se esfumen y se derive hacia la introspección”.

Los orgasmos más prolongados que experimentan algunos/as pueden deberse también al hecho de que el cannabis cambia la percepción del tiempo, generalmente estirándolo. Algo que se suma a los efectos, también atemporales, del sexo que, a menudo, reduce la sensación objetiva del avance del reloj.

Efectos colaterales del cannabis

La factura que pasa el abuso de la marihuana en los hombres es que, según Francisca Molero, “disminuye la calidad espermática, puede provocar disfunción eréctil y baja también el nivel de testosterona, una hormona muy asociada al deseo. Mientas que, en la mujer, puede producir sequedad vaginal”.

Un estudio llevado a cabo en 2015 por la Oxford University Press reveló que fumar cannabis, más de una vez a la semana, reducía la producción de espermatozoides en un 28% respecto a los no fumadores o a los que lo hacían en una proporción menor. La marihuana hace el semen menos fértil, incluso si el consumidor no es el varón sino su pareja. Esta es la conclusión a la que llegó otro estudio de la University of Buffalo. Cuando una mujer consume esta hierba, el principio activo llega también a sus genitales y está presente en su vagina y útero. Incluso si el hombre no es consumidor, cuando el semen entra en el cuerpo femenino y se pone en contacto con el TCH, éste ejerce una cierta acción espermicida.

Por otro lado, el efecto desinhibidor y relajante de esta planta, si bien puede tener sus efectos positivos, puede también provocar conductas más permisivas y hacer que sus usuarios tengan menos en cuenta las consecuencias de ciertas prácticas de riesgo. La no utilización del preservativo es uno de los efectos de una excesiva euforia o confianza. El consentimiento es otro de los asuntos a tener en cuenta antes de embarcarse en una relación sexual, pero el consumo de drogas hace que la comunicación y los mensajes sean menos claros, rotundos y directos; lo que puede llevar a diversas y variadas interpretaciones, no siempre acertadas.

Los efectos psicóticos atribuidos a esta planta se producen, en palabras de Juan José Llopis, “en personas con predisposición biológica a los trastornos mentales y casi siempre son debidos a una intoxicación por dosis muy elevadas, que puede producir ataques de pánico, paranoia o brotes psicóticos, que desaparecen cuando pasa el efecto. La forma de tomar el cannabis es importante y cuando se ingiere mezclada con la comida o en forma de pasteles es más fácil que la gente consuma más de lo prudente y se pase de la raya”.

A estos efectos indeseados de la marihuana se suma uno nuevo, derivado de la forma de cultivo y de la cada vez mayor demanda de esta sustancia, especialmente en España, a juicio de este psiquiatra, uno de los países donde más se consume. “La hierba que se fuma hoy en día no tiene nada que ver con la que había en los años 60 ó 70 porque las semillas, o se han modificado genéticamente o son híbridos a las que, además, se le añaden fertilizantes y otros productos para favorecer su rápido crecimiento. Si antes había una cosecha al año ahora hay tres con lo que, por un lado, la marihuana que se consume ahora es menos pura y cuenta con más aditivos químicos; y por el otro, su potencia es mayor. Si antes el porcentaje de THC era del 17% ahora puede ser del 40%, lo que incrementa sus efectos a corto y a largo plazo”.

La razón de la popularidad de la marihuana reside, según Llopis, “en que es una droga socialmente aceptable, como el alcohol. No todo el mundo reconocería que consume cocaína pero la mayoría no tendrá problemas en aceptar que ‘fuma’ de vez en cuando. El cannabis es poco adictivo a corto plazo pero lo es a la larga y, además, es una adicción poco perceptible. Pero a mi consulta llegan personas que quieren desengancharse porque han llegado a un punto en que necesitan fumarse un porro con el desayuno. Mucha gente empieza por diversión pero luego utilizan esta planta para poder dormir mejor, como relajante o como sustituto del tabaco”.

Le pregunto a este experto en conductas y sustancias adictivas si está a favor o en contra de la legalización del cannabis. “Tenemos sobrada experiencia de que las prohibiciones no son muy efectivas. Yo soy partidario de una regulación del uso de estas sustancias”.

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