Fumar es el método clásico, pero no el más saludable. Al quemar el cannabis, se liberan toxinas y alquitrán que pueden irritar tus pulmones. En cambio, vapear calienta la hierba o el extracto a temperaturas específicas, liberando solo los compuestos activos —como el THC y el CBD— sin combustión. Eso significa menos daño, más sabor y una experiencia más pura.
De hecho, según un estudio de la Universidad de California publicado en Harm Reduction Journal, quienes usan vaporizadores reportan menos problemas respiratorios que los consumidores tradicionales.
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