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Todos tenemos experiencias buenas carreteando con weed y también con copete. Cuando hago memoria y recuerdo carretes inolvidables, aparecen buenas experiencias con ambos. Recuerdo la fiesta de aniversario de la primera pega que tuve en una agencia de publicidad que ya no existe. Lo pasamos bien y si no fuera por algunos combinados, varias cosas no habrían pasado. Entre ellas un inolvidable paseo por la pasarela que algunos guatones hicimos con mucha gracia (o mucho ridículo). Pero también debo reconocer que fumando weed pude ver y sentir cosas que no vi o sentí la primera vez que vi películas como Pulp Fiction, por ejemplo. Entonces, qué es mejor a la hora del carrete: ¿weed o copete?
Lo que nunca falta
El carrete, ese concepto tan chileno para describir reuniones sociales, tiene muchas formas y modalidades. Para muchos debe llevar dancing. A otros les basta con conversa y compañía. Muchos prefieren una parrilla. Así y todo nunca faltará weed o copete. Aclaro que mi generación era mucho más dada al copete, pues no existía el autocultivo. Por lo tanto la forma de conseguirla era inaccesible y prohibitiva. Hoy las cosas son diferentes. La aceptación de esta planta ha traspasado generaciones. Es más, lo que sucede con la generación Z es destacable. ¿Adivinan? Un estudio de la firma New Frontier Data indica que un 69% de encuestados de la generación Z (18 a 24 años) prefieren la weed que el alcohol.
Desinhibición versus relajación
Todos lo sabemos: los efectos de la weed son distintos. El cuerpo se relaja, la mente se abre y la risa cunde. La percepción del tiempo cambia. Nos volvemos torpes con los movimientos y la pasividad reina. ¿Y el copete? Pues desinhibe. Pero desinhibe de todo. Es decir, te dan ganas de bailar, de hacer el ridículo, de decir lo que no dirías normalmente. Y claro, también te impulsa a dar ese combo que normalmente te aguantarías. Peor aún, a algunos los impulsa a pegar más que un simple combo. Y es que no se puede negar que carretear con copete puede traer muchas risas, locuras y anécdotas. Pero no nos mintamos, también accidentes, y a menudo, violencia.
Lo dijo Snoop Dogg
“Mete a 1000 tipos que se detestan en una pieza y pon marihuana en el aire y vas a ver que en un rato se van a estar sacando selfies y haciendo cosas bacanes”. Luego agregó: “mete a cuatro tipos que se odian en una pieza y dales un vaso de alcohol, al rato uno de ellos va a estar muerto”. Un poco exagerado lo último, pero se entiende el punto. Todos los que hemos fumado weed y bebido alcohol alguna vez en un carrete sabemos a qué se refiere. En simple, que la marihuana nunca, pero nunca ha puesto a alguien violento. Y eso es justamente lo que la hace más aceptable por las nuevas generaciones más sensibles.
El día después del carrete
Aquí también tenemos diferencias. Ya sea tengas 25 o 55, los efectos del consumo de alcohol en un carrete pasan la cuenta. Digamos que consumiste 2 cervezas y tres combinados. Para algunos será mucho, para otros lo normal. Pero para todos será duro al otro día, especialmente para los mayores de 40 años. El cuerpo lo resiente mucho peor que la resaca de marihuana. La verdad es si estuviste en un carrete donde solo hubo de esta última, y consumiste mucho, el efecto después de dormir es que aún te seguirás sintiendo en las nubes. Nada más grave que eso. Al contrario, la resaca del copete es, por todos conocida: Deshidratación y dolores fuertes de cabeza, por nombrar algunos.
Una cosa cultural
Ahora, no podemos cerrar los ojos: el alcohol es transversal, es socialmente aceptado y puede decantar en un sinfín de productos. Puedes tener cabros pidiendo monedas para un vino en caja de 1000 pesos. Pero también a un presidente que le ofrece a un invitado un exclusivo whisky de 500 mil pesos la botella. Con la weed, en cambio, seguro que habrá una cosecha mejor que otra. Seguro habrá también una volada diferente con una planta de aquí versus una de planta de allá. En fin, no podemos negar el poder igualitario que tiene: su efecto y sus virtudes les llegan a todos.
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